Nuestra lucha canaria: Joaquile y Barbuzano

VIVENCIAS DE NUESTRA GENTE NÚMERO 21.

por José Juan Jorge Vega

En primer lugar tengo que aclarar que soy un gran aficionado de la lucha canaria. De la buena lucha. Mis primeros recuerdos datan desde que tenía muy poquitos años y mi padre me llevaba con el. Recuerdo que mi primera luchada fue por las fiestas de la Virgen de Guia y tendría yo unos seis o siete años.

En mi noroeste natal habían dos buenos equipos de Lucha Canaria, uno en Guia y otro en Galdar y eran memorables las agarradas que se celebraban por las fiestas de La Virgen en Guia y por las de Santiago en Galdar, pues ambos equipos se reforzaban con buenos luchadores de otras zonas.

La simpática anécdota que quiero contarles es sobre un luchador del Club de Galdar que se llamaba Joaquile. En ese Club, en ese momento, su puntal máximo era Molina-1º y sus segundos eran Bolaños, Joaquile y Rubén Mederos. Estos eran los que más destacaban en dicho club por esas fechas. Rubén Mederos se fue luego a trabajar a la Isla de La Palma y fue allí donde mas creció como luchador llegando a ser un buen puntal. Con los tres llevaba amistad, pero con el que más fue con Rubén pues coincidimos haciendo el servicio militar.

En mi opinión, el luchador más completo que he conocido fue el herrero afincado en Tenerife Juan Barbuzano, y que yo recuerde, aquí en Gran Canaria el único que lo tiraba alguna vez y si no lo tiraba era quien más resistencia le oponía fue Santiago Ojeda. También le vi luchar varias veces  contra Molina-1, del Club Unión Galdar, que aunque cayó siempre que yo los vi luchar, lo hacía con dignidad, pues casi siempre se lo ponía difícil porque Molina era un hombre de mucha fortaleza. Creo que no le pudo ganar nunca.

Como ya dije, hay una simpática anécdota que me contó un día Joaquile tomando una cerveza en un bar de Sardina. Yo llevaba cierta amistad con él pues éramos parientes lejanos, y en un momento dado en que yo le había nombrado a Juan Barbuzano, me dice: Pepe te voy a contar de qué manera le di una lucha a Juan Barbuzano. Yo puse cara de extrañado pues aunque Joaquile era un buen luchador no era lo bastante como para hacerle frente a Barbuzano. Entonces me contó: Al salir al terrero me hice como que no podía caminar bien y cuando fui a pegar le dije a Barbuzano que estaba con lumbago y que había salido para completar el equipo, que marcará la lucha y el se dejaba caer, que no se ensañara mucho con él para no joderlo más de lo que estaba. Barbuzano, que era todo nobleza, le dijo que no se preocupara que trataría de no hacerle  daño. Cuando agarraron, Joaquile, a toque de pito, calzo por él y lo dejo sentado en la arena, pues, como es de suponer, lo cogió de sorpresa. Y así de esta manera, me dijo riendo, le di la primera y única lucha en mi vida. Luego, muerto de la risa, mientras le daba la mano para ayudarlo a levantar, le pedí disculpas y le explique que había apostado 1.000 pesetas, con un aficionado que se encontraba dentro del recinto, a que te daba una lucha. Barbuzano se tomo aquella trastada de Joaquile con buen humor, pues ya lo conocía de otras agarradas y le contestó que se alegraba de haber contribuido para que se ganara las mil pesetas, que en esa época era dinero. Luego, claro está, le dio las dos luchas seguidas sin arriesgar nada por sí acaso. Joaquile era famoso por sus ocurrencias y sus locuras. Cuando acabó de contarlo yo me partía de risa por su ocurrencia.

Él siempre estaba dándole vueltas a la cabeza para ver cómo se ganaba un duro sin trabajar mucho, pues no le tenía mucho aprecio. Recuerdo que cerca de las navidades se iba a Fuerteventura y se traía quince o veinte baifos para luego vender aquí. Lo gracioso era ver cómo los alimentaba, pues aún no comían hierba sino leche. Tenía un bidón de tamaño mediano al que había agujereado y puesto una «mamadera» en cada agujero y una vez lleno de leche, que la hacía de la de en polvo, soltaba a todos lo baifos y había que ver a esos preciosos animales como mamaban. Ya digo que era muy ocurrente. Una pena que muriera tan joven.

Por último comentar que nuestro vernáculo deporte pasa a veces por unas crisis muy pronunciadas y eso a pesar que la TVEC sigue apoyándola. Pero a la afición las hace ir a los terreros la buena lucha y además tienen que haber líderes que destaquen, como está ocurriendo ahora en Tenerife con los hermanos Ledesma.

Yo creo que a nuestra lucha hay que apoyarla desde los Colegios. Que los niños se aficionen desde pequeñitos. También sería deseable que las instituciones privadas se mojarán en este sentido empujando todos en la misma dirección. Se me ocurre que una de ellas, quizás la más importante, sea La Orden Del Cachorro Canario, a la que tengo el honor de pertenecer, ya que podría hacer alguna presión ante nuestras Autoridades Académicas, pues entra de lleno en lo que es su filosofía: «Rescatar, vivir, defender y transmitir todas las costumbres canarias.

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