Localizados otros tres cuadros de Antonio Padrón en Estados Unidos

  • El pintor galdense los regaló en la primera mitad de la década de los 50 a la familia Suárez-Galbán Guerra
  • Las pinturas se conservan en Miami, tras conocerse la voluntad de donarlas al museo del artista isleño
  • El mundo rural y el paisaje canario con sus colores ocres y rojizos sellan su singular estilo indigenista

Amado Moreno  //

A un año de alcanzar el 50 aniversario del fallecimiento de Antonio Padrón (1920-1968), trasciende ahora que otros tres cuadros suyos, cuyo paradero se desconocía, se encuentran en Miami. Se trata de tres óleos, dos de ellos sobre cartón, y un tercero sobre masonita, que conserva la familia Suárez-Galbán Guerra, de ascendencia galdense y guiense, emparentada con el artista. El pintor indigenista les regaló los cuadros en la primera década de los años 50, según cuentan diversos miembros de la misma familia, en particular Victoria Suárez-Galbán, que los conserva en su domicilio de la capital de Florida. De acuerdo con el resto de su familia, ella acaba de anunciar su voluntad de donarlos inmediatamente a la casa museo del artista en Gáldar.

Uno de las piezas refleja un paisaje canario, otra la escena del Nacimiento, y una tercera las figuras de unos arlequines. “No hay título en ellos. Los desenmarqué porque sus marcos no presentaban buen estado. Hay numeraciones con bolígrafo en las traseras, que deben pertenecer o remontarse al inventario del artista”, revela Laura S. Galbán, sobrina de Victoria Suárez-Galbán.

Nacida en 1973 en San Juan de Puerto Rico, es licenciada en Historia del Arte por la universidad de Nueva York. Posee un máster de la especialidad por este centro estadounidense. Se inició luego documentando exposiciones de diferentes instituciones como el Hispanic Society de Nueva York y el Museo Reina Sofía. Durante su residencia de cinco años en Londres dirigió el departamento cultural de Canning House, una sociedad sin fines de lucro que promueve América Latina, España y Portugal en Reino Unido. En los últimos cinco años lidera la compañía l’Artban para la promoción de artistas visuales en EE.UU.

“Máximo, ciudadano guiense, hermano de mi abuela Victoria Guerra Guerra, estaba casado con Severa Padrón, hermana de Antonio Padrón”, recuerda para el periódico “La Provincia-Diario de Las Palmas”, Laura S. Galbán. “En el verano de 1954, mis tías Agnes (fallecida posteriormente) y Victoria, junto a mi abuela, visitaron Santa María de Guía como muchos veranos. Le plantearon entonces a Severa la posibilidad de acudir al estudio de su hermano Antonio. Cuando lo hicieron, éste les dio a escoger los cuadros que quisieran. Mi tía Agnes eligió el más grande de los tres, que es un ‘Nacimiento’, razón por la que mi tía Victoria puso sus ojos en dos más pequeños. Ésta recuerda aún hoy de Antonio su carácter algo reservado, además de su enorme generosidad. Siempre la trató a ella y a su hermana Agnes con extraordinaria amabilidad cuando le visitaron en su taller de Gáldar”.

Poco antes de ese verano del año 1954 se produjo en el Museo Canario de Las Palmas la primera exposición individual del artista. El acontecimiento cultural se concretó en el mes de mayo con un catálogo de 36 obras, entre las que se relaciona una con el título de ‘Figuras de un Nacimiento’ y cinco como ‘Paisajes’ o ‘Apuntes de paisaje’.

“Las tres piezas del pintor, hoy pertenecientes a Victoria S. Galbán y que fueron regalo por la visita a su estudio durante el verano de aquel año, quizás habían sido incluidas en esta primera muestra individual de Antonio, ya que datan de 1953 y 1954”, sugiere Laura S. Galbán.

Su consideración no parece descabellada. Al menos las recreaciones de dos de ellas sintonizan o cuadran con algunos de los títulos reseñados en el catálogo. “Son posiblemente de una época muy temprana del autor, que empieza ya a evidenciar las características que serán la clave de su pintura en años siguientes: el paisaje canario con sus colores ocres y rojizos, su admiración por el arte primitivo, y la fascinación por el mundo rural que representaba lo auténtico de su Isla”, concluye la autorizada informante.

Cinco años antes, Antonio Padrón ya había protagonizado otra exposición de carácter colectivo en Guía, con motivo de las fiestas de la Virgen en el mes de agosto y la apertura del primer salón de Arte en el colegio municipal de la ciudad norteña, junto a Felo Monzón, Manolo Millares, Miró Manou, Juan Ismael, Jesús Arencibia, Santiago Santana, Plácido Fleitas y Nicolás Massieu, entre otros.

Preguntada por último la familia Suárez-Galbán Guerra por sus condiciones o exigencias para la donación a Gáldar de los tres cuadros aludidos, responde que no serán onerosas. Anticipa que la principal, previsiblemente, el compromiso formal de que sus tres pinturas cuelguen en efecto en el recinto que fue residencia entrañable y lugar de trabajo del artista, con explicación al público respecto a los donantes, especificando también el nombre de una amiga de Agnes S. Galbán, a la que ésta había prometido una de las tres obras cuando se disponía a morir, y ha renunciado luego a favor de entregarla a la casa-museo de Antonio Padrón en la “ciudad de los guanartemes”.

 


El pintor del “dramatismo sereno”

Amado Moreno  //

En diciembre de 1967, apenas cinco meses antes de su muerte registrada en su ciudad de Gáldar en mayo del año siguiente, cuando tenía 49 años, Antonio Padrón definió su creatividad artística como “dentro del expresionismo sin desgarradura. Dramatismo sereno”. Lo confesó en unas declaraciones al poeta y escritor Orlando Hernández para Diario de Las Palmas, entonces periódico vespertino.

El pintor había estudiado el bachillerato en el “Viera y Clavijo” de la capital grancanaria. Cursó los estudios correspondientes en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde logró el título de profesor. Preguntado en una ocasión si el miedo había demorado hasta mayo de 1954 su primera exposición individual en el Museo Canario, respondió: “¿Miedo? ¿A qué? Si no había expuesto antes mi obra ha sido porque no me había considerado de verdad conscientemente ante la pintura que había soñado. Esto es, ante lo que busca cada artista en su obra, encontrarse”.

“Padrón era un hombre modesto en la estimación de su arte”, opinaba Lázaro Santana, por otra parte. Ello explica en parte que no se prodigara en comparecencias mediáticas en aquellos tiempos de los años 50 y 60, pero las pocas veces que lo hizo dejó bien claro su pensamiento acerca de su vocación y de su búsqueda en la pintura.

“Pintar para mi no es una profesión, sino una devoción, una necesidad vital (…) Tengo la seguridad de que mi pintura está fuera del gusto corriente de las gentes; a ellas les gusta más lo barroco a lo Néstor (…) una pintura cuajada de tipismo que no va conmigo. Algunos que crean encontrar en mi a un clásico se sentirán ofendidos al ver una negación de lo académico, todo lo malo que se quiera, pero eso sí, sin ninguna traza de realismo a lo Leika”.

La crítica percibió desde su primera muestra personal en 1954 que se trataba de un artista excepcional y le reconoció unánime un “estilo personal e intransferible”, como años después se reafirma en una ilustrada y densa publicación editorial sobre su biografía y producción pictórica, con la firma de Eduvigis Hernández Cabrera.


 

NOTA.- Publicado en el diario La Provincia

REPORTAJE DE LA PROVINCIA-Página 1–1

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REPORTAJE DE LA PROVINCIA-Página Doble 2 y 3–40

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