En la despedida de un gran señor (D. Antonio de Béthencourt Massieu)
por Erasmo Quintana //
Poco se puede añadir como semblanza a la figura intelectual y humana de Antonio de Béthencourt Massieu. Otras firmas mucho más autorizadas que la mía ya hicieron con acierto y prestancia dicha labor. Por lo tanto en este modesto homenaje que yo pretendo hacer al amigo ido me limitaré a exponer cómo y en qué circunstancias pude pulsar su categoría de maestro de investigadores, así como su gusto por lo prosaico de la existencia humana.
Llano en el trato, nunca hacía valer ante su interlocutor la apabullante distancia de su formación; todo lo contrario, sabía adaptarse al nivel del otro de manera que fluía su lado más humano. Sí, tenía esa virtud, la de ponerse a la altura de quienes le escuchaban, por lo que todos los que estaban a su lado lo entendían perfectamente. En las distancias cortas era chistoso y ocurrente, con chispa; a veces si el caso lo requería, por ejemplo, en mi presencia, caricaturizaba a más de uno que se las da de consumado intelectual. Le gustaba disfrutar de las cosas menudas y sencillas como redención a tanto tiempo de rigor profesional. Y el enjundioso y distendido coloquio entre plato y plato, según bien se recoge en la foto que acompaña esta semblanza.
En nuestra etapa de concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Guía y con motivo de la celebración del 475 Aniversario de la Fundación de Guía de Gran Canaria 1526-2001, fue ocasión en la que pude conocer bastante de cerca al personaje. En ella él tuvo la responsabilidad de organizar el ciclo de conferencias que con tan magno acontecimiento se desarrolló en los meses de octubre y noviembre de 2001 por la efeméride. Concertó las intervenciones, junto a la suya, de los Catedráticos e historiadores Vicente Suárez Grimón, Antonio M. Macías Hernández y José Miguel Pérez García. La primera de las intervenciones que tuvieron en el, por entonces recién adquirido por la Corporación guíense, Teatro-Cine Hespérides, fue la de D. Antonio. La suya resultó una interesante aproximación a la milagrera hija de Guía, Sor Catalina de San Matheo, muerta en olor de santidad. Desveló detalles de los oscuros manejos de sacristía que impidieron que la misma, con dotes celestiales, fuera elevada a los altares, “olvidando” desde aquí enviar al Vaticano la preceptiva documentación para alcanzar la consideración de Beata. La segunda conferencia corrió a cargo del Doctor en Historia y Catedrático de Historia Moderna de la ULPGC, Vicente Suárez Grimón, que trató sobre la secular discusión de los límites Guía-Gáldar; el tercer lugar lo ocupó el Catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la ULL, versando sobre la Economía del Noroeste grancanario en el contexto regional (1480-1930) y, por último, el Catedrático de Historia Moderna de la ULPGC, José Miguel Pérez García, que resaltó la importancia que tuvo las Cortes de Cádiz en la construcción política de la España del XIX y la peripecia de uno de los actores más destacados de ella, el diputado Canónigo Pedro José Gordillo Ramos.
La ciudad de Guía, con la celebración de este casi medio milenio de su historia brilló a gran altura, en la que no solo sus habitantes, sino también los foráneos que optaron por asistir a los actos programados, disfrutaron con delectación de los mismos. Qué duda cabe que el principal artífice del éxito fue nuestro admirado y recordado amigo, el recién desaparecido Antonio de Béthencourt Massieu. Estamos hechos de una materia que difícilmente aceptamos algo tan natural como la muerte, pero al mismo tiempo nos interrogamos el porqué, cuando vemos que hay personas tan indeseables y dañinas que no tenían que haber nacido, mientras otras tan útiles y necesarias que nunca debían morir, como es el caso de D. Antonio. Han dicho bien los que afirmaron de él que ya no está entre los vivos físicamente, pero nos queda su imprescindible legado cultural, el monumento de su obra, en el que podemos reconocernos cada uno de nosotros. Que en paz disfrute su bien ganado descanso.
