Un madrileño de visita al valle de Agaete

VIVENCIAS DE NUESTRA GENTE NÚMERO 11

por José Juan Jorge Vega

Esta pequeña y graciosa historia ocurrió a finales del año 1971. Antonio era un compañero de trabajo que procedía de Madrid y era una persona encantadora. Era Aparejador y, eso si, era algo presumidillo, pues el muy jodido ligaba todo lo que quería. Era un hombre bien parecido, de estatura media, rubio de ojos azules y fuerte como un toro. Fue gimnasta y compañero del famoso Joaquin Blume, campeón de Europa en varias disciplinas y que falleció varios años antes en un accidente de avión cuando se dirigía a Canarias junto con dos gimnastas más, Muller y Pajares, a una exhibición en Las Palmas de Gran Canaria. Fue una grandísima pérdida para la gimnasia en España, pues se perdió de un golpe a sus tres mejores representantes. Da la casualidad que yo forme parte del equipo de gimnasia que denominamos «Joaquín Blume» precisamente en honor del malogrado gimnasta. Cuando ocurrió el maldito accidente casi todos los compañeros íbamos a ir a ver la exhibición.

Antonio sabia que yo era del noroeste de la isla y un día entra en mi despacho y me pregunta que sí yo conocía Agaete y su famoso Valle. Naturalmente le dije que sí y que era un paraje muy bonito. Me contesta, entre risas, que bonito sí que es pero ayer tarde pasé las de Caín. Y me cuenta lo que le había ocurrido.

Ayer después de comer con unos amigos, me dice, me ligué a una preciosa chica que estaba en el mismo restaurante comiendo sola. Después de que los amigos se fueron entablé conversación con ella y me dijo risueña que era azafata de viajes charter, que era holandesa y que tenía libre hasta el día siguiente por la noche en que regresaba a Holanda. Vamos la chica perfecta para pasar unas horas con ella y más teniendo en cuenta que estoy solo, pues mi mujer está en Madrid con los niños, en casa de sus padres, pasando unos días.

Al segundo Tía María decidimos ir a Agaete a tomar café pues le dije, y es verdad, que el café de su Valle es único. Llegamos al Hotel Guayarmina de El Valle, tomamos café y otro Tía María y ya empezamos con los toqueteos, besitos, etc. Ella estaba interesada por las plataneras y le expliqué lo poco que yo sabía y decidimos entrar en una de las muchas fincas que están a la orilla de la carretera. Después de estar caminando por las plataneras viendo como nacen los racimos de plátanos, como se van desarrollando, haciendo fotos y todo eso, llegó el momento esperado y deseado de los dos y nos ponemos a hacer el amor en aquella tierra algo húmeda que cubrimos con hojas semi-secas de las propias plataneras. En fin, no quiero entrar en detalles, pero fue algo especial, me dijo.

A todas estas ya estaba empezando a oscurecer por lo que cogemos de nuevo el coche y nos dispusimos a salir del platanal, pero amigo mío la entrada a la finca, por la que habíamos accedido con el coche, pues es la única entrada y salida que había, estaba cerrada con una cadena enorme de gruesa y con un candado de seguridad. Intente abrir el candado con las herramientas del coche pero aquello estaba a prueba de bomba. Pues bien, estuvimos cerca de tres horas rebajando la tierra que formaba una pequeña rampa con unos sachos que encontramos en un cuarto de aperos, hasta que el coche pudo pasar por debajo de la cadena. Cuando al fin salimos a la carretera general eran más de las diez de la noche y agotados de estar tanto tiempo agachados y de raspar en aquella tierra que estaba dura como una roca. Mira las manos como las tengo, hinchadas del esfuerzo.

Te aseguro que nunca lo había pasado tan mal con una chica tan guapa. Fue una pena porque lo habíamos pasado genial. De camino a Las Palmas no paramos de reírnos. Ella me decía entre risas que había vivido una experiencia increíble, y que la pena era que no podía contarla.

Aunque yo creo que nos cerraron la salida para fastidiarnos, porque quien fuera, el dueño o el encargado de la finca, tuvo que ver mi coche. Seguro que fue por la jodida envidia. Pero aún así valió la pena, me dijo como punto final

Antonio era y espero que siga siéndolo, pues hace muchos años que no le veo, un tío genial.

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