Falleció Maruquita la de los dulces (obituario de Sergio Aguiar)

Sergio Aguiar Castellano //

Creo que fue Maruquita un ejemplo claro y palpable de una mujer luchadora en el más amplio sentido de la palabra. Siempre he oído a mi madre decir que si “alguien se merece el cielo es Maruca”.

Recordar a esta dulcera de Guía está asociado inevitablemente a la memoria sensorial de muchas generaciones de guienses, y especialmente a los que hemos vivido en el casco de la ciudad. Lo olores y sabores de los dulces, que en la panadería de Chonita (su suegra) se horneaban, y donde ella trabajaba, forman parte de nuestra historia colectiva, de nuestra más tradicional repostería.

La calle Luís Suárez Galván, popularmente denominada “del Agua”, ya no será lo mismo sin los olores y fragancias del pan recién hecho y de los más variados dulces que realizaban las manos enérgicas y firmes de aquellas mujeres, que por derecho propio son parte de nuestra historia con mayúsculas.

Como guiense siempre presumía ante mis amistades de los dulces de Chonita y Maruquita, y los llevaba a la panadería a comprarlos. Estos dulces, al menos en mi familia, siempre se consideró un regalo apetecible y genuino de nuestra ciudad.

Confieso que cada vez que iba a comprar disfrutaba no sólo de los magníficos dulces, era un fan de las cocadas, pero sobre todo disfrutaba de las conversaciones con Maruquita, un libro abierto y con una memoria privilegiada.

Sin duda con su fallecimiento, Guía de Gran Canaria, pierde además de una magnífica repostera, a una gran mujer.

A sus hijos María Dolores y Juan Isidro, herederos de un increíble legado gastronómico, mi más sentido pésame.

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