Vivencias de nuestra gente nº 83: Juan el Grande y el aprendiz a carpintero

Autor: José Juan Jorge Vega

En Guía, en la zona de San Roque, había una carpintería que tenía mucho prestigio. Fabricaban todo tipo de muebles y no daban abasto pues prácticamente todas las parejas de la zona acudían a dicha carpintería para que les amueblaran la casa donde iban a vivir una vez casados.

El propietario de la carpintería era conocido por Juan “El Grande”. Era un hombre muy alto, cerca de los dos metros y muy corpulento. Era por tanto un hombre de mucha fortaleza e imponía respeto, pero como casi todos los de esa naturaleza, era muy noble. En la carpintería trabajaban algunos de sus hijos y varios empleados mas, y también era habitual que hubiera algún que otro aprendiz, pues en esa época no habían Institutos de Formación Profesional y los oficios se aprendían directamente de los profesionales, de los maestros. Debido a ello había mucha práctica y poca teoría.

También hay que tener en cuenta que entonces no se habían instalado en las islas los grandes almacenes que existen ahora; por lo que el que necesitara un mueble de cualquier tipo tenía que acudir a una carpintería, y ésta de Juan el Grande era de las mejores.

Hace muchos años me contaron la anécdota que les paso a relatar ahora.

ANÉCDOTA: Juan el Grande ya se había jubilado por ser bastante mayor, y como era su costumbre, se encontraba sentado en una silla junto a la puerta de entrada a la carpintería, desde donde veía y saludaba a toda la gente que pasaba por la calle y controlaba a todo el personal pues no quería soltar las riendas todavía. Cerca de él se encontraba Jacinto, aprendiz aventajado de unos 16 años, que estaba dándole barniz a una puerta mientras tarareaba el vals de las olas. Hasta ahí todo normal, pero maestro Juan lo ve y se da cuenta de que el ritmo de la mano del chico con la brocha iba al compás de la canción, que como todos saben es un vals y su ritmo es muy lento. Entonces va y le grita con aquel vozarrón que tenia: !Jacinto porque no cantas “la raspa” carajo!. Si piensan en la música de “La Raspa” se darán cuenta de que es un ritmo muy vivo y como consecuencia la mano con la brocha se movería mucho más deprisa. Creo que todos los carpinteros se partieron de la risa ante la ocurrencia del jefe.

Cuando empezó a crecer el turismo en Gran Canaria también crecieron ellos pues se construían muchos apartamentos y había que amueblarlos. Ya cuando eso Juan el Grande había fallecido y sus hijos, los herederos, siguieron con la carpintería y la hicieron crecer, hasta tal punto que tuvieron que mudarse pues el local donde estaban instalados se les hizo muy pequeño, pues también compraron nueva maquinaria para poder ser más competitivos.

Esta carpintería estuvo funcionando hasta no hace muchos años. Pero la muerte de los herederos y ante la falta de continuadores acabaron por cerrarla. Era una familia muy conocida y apreciada en Guía. Yo llevaba buena amistad con dos de sus hijos menores que no eran carpinteros, Quico y Tano, que también han fallecido ya.

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