Vivencias de nuestra gente n° 76: la hazaña de un perro presa canario

*Por José Juan Jorge Vega //*
Yo tenia un tío político, (casado con una hermana de mi madre), cuya profesión era la de “corredor de aguas” y se pasaba caminando desde la madrugada hasta media tarde. Era increíble los kilómetros que ese hombre hacía diariamente. Vivía en Becerril y llegaba caminando hasta Montaña Alta, Caideros, Juncalillo, etc. Acortaba las distancias echando por los atajos, pero aún así……Cuando se hizo algo mayor se compró un caballo y ya eran más cómodos los recorridos.
Mi tío Felipe era un hombre muy serio y de una gran personalidad al que todos respetaban. Yo, cuando fui algo mayor, tenía buena relación con él por el asunto de las palomas. Le envidiaba su palomar. No le faltaba un detalle. Sus palomas eran mensajeras y las mías ladronas. Charlábamos bastante en su azotea, donde tenía el palomar.
Había un día a la semana, los sábados, en que todos los profesionales del agua se reunían en la plaza grande de Guía y allí se enteraban del agua disponible y acordaban su precio para la siguiente semana. El precio subía o bajaba en consonancia a la existencia y a las posibilidades de lluvia que hubiera. Naturalmente en verano era cuando más alto era su precio.
Uno de los recuerdos que tengo de él era la paciencia que tenía para domar a los perros. Le recuerdo varios, pero sobre todo un presa canario bardino que era una maravilla; solo le faltaba hablar. Era un perro enorme y causaba mucho respeto. Un día cuando llego a su casa a media tarde se da cuenta de que no tenia consigo las llaves que siempre llevaba en un llavero enganchado al cinto. Saca al perro a la calle y le ordena que fuera a buscarlas. Tengo que aclarar que durante el aprendizaje, algunas veces él escondía las llaves y luego le ordenaba buscarlas. Pero en esta ocasión se trataba de algo real y muy serio pues menudo trastorno se le armaría si perdía las llaves de tantos cuartos de diferentes fincas, aparte de las de su propia casa.
No recuerdo cuanto tiempo estuvo el perro buscando las llaves, pero al cabo de un montón de horas llego el presa canario con las llaves en el hocico, dando saltos de alegría junto a su dueño. Era increíble ese perro. Aquello fue muy comentado en El Barrio.
La pena fue el final de ese hermoso animal, pues algún tiempo después, uno o dos años, decidió sacrificarlo. Les cuento: A veces para no estar cargando con algunos enseres algo pesados, los dejaba a la orilla de algún camino o vereda y le ordenaba al perro que se quedara cuidándolo. Lo había hecho muchas veces sin que ocurriera nada anormal, pues el perro se echaba junto a los enseres y de allí no se movía. Pero un día paso un niño y no se sabe bien lo que ocurrió, si quiso coger algo de lo que el animal cuidaba o quiso jugar o acariciar al perro. Lo cierto es que el presa canario lo mordió seriamente. Cuando regreso mi tío Felipe habían varias personas esperándole, entre ellos el padre del chico. Se enteró de lo que había pasado y todos estuvieron de acuerdo de que lo más probable es que la culpa la había tenido el niño, pues el perro no atacaba a nadie si no lo provocaban.
Aun así, desde que el niño se curó, hablo con un amigo y sacrificó al animal pegándole un tiro con una escopeta de caza. Ya había perdido la confianza en él como perro guardián y pacifico, y temía que un día fuera a ocurrir algo peor.
Que yo recuerde nunca mas volvió a tener ningún otro perro. Le costó un gran disgusto. También a toda su familia.

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