Vivencia de nuestra gente n° 34: El examen de patrón de barquillas en Agaete
Autor: José Juan Jorge Vega //
Esta anécdota me la contó un amigo de Agaete y según me dijo le ocurrió a su abuelo allá por los inicios de pasado siglo veinte. Aunque me autorizó a utilizar su propio nombre, prefiero usar uno ficticio pues se trata de una familia muy conocida y algún miembro de ella se pudiera molestar. En realidad el nombre es lo que menos importa.
Maestro Andrés, era un hombre alto, fuerte y secarrón. Estaba casado y tenía varios hijos que eran aún pequeños, y vivían en una casa que el mismo fabricó con la ayuda de algunos amigos antes de casarse. Era un hombre muy ocurrente y le gustaba echarse sus chascarrillos sobre todo cuando se untaba el pico con algún pisco de ron con los amigos, cosa que ocurría casi todos los días por la tardecita. Iba siempre bien arreglado con su cachorro puesto y un cigarro, que el mismo liaba, en los labios.
Maestro Andrés, se ganaba la vida pescando con una pequeña barca de su propiedad, y el hombre iba tirando al igual que el resto de los pescadores de Las Nieves, del término municipal de Agaete. Lo cierto es que ellos vendían todo lo que pescaban, porque el pescado de esa zona era muy valorado en toda la isla, e incluso venían a comprarlo a diario desde Las Palmas capital. La verdad era que no vendían más porque no querían pues ellos tenían muy claro que había que trabajar lo necesario para ir viviendo. Vamos, que ninguno de ellos se mataba trabajando. Como se solía decir: trabajaban para vivir y no vivían para trabajar.
En esa época ningún pescador de barquilla tenía permiso alguno para hacerse a la mar. Así que las autoridades de la Marina acuerdan un día hacerles un pequeño examen oral, pues casi todos eran analfabetos, para darles un carnet que les autorizaban a salir al mar a faenar. El examen sería sencillo pues les harían preguntas de casos prácticos que todos conocían de sobra, pues estos hombres acumulaban muchos años de experiencia, ya que casi aprendían a navegar antes que a caminar.
Para tal examen se desplaza a las Nieves, en la fecha acordada con todos los pescadores, un Teniente de Marina recién salido de la Academia, por tanto muy joven, que procedía de Galicia y que llevaba poco tiempo en la isla. La instrucción que llevaba era de no suspender a nadie por lo que contestaran bien o mal el carnet se les entregaría.
Después de presentarse se sienta detrás de una mesa y va llamando de uno en uno a los pescadores. Empieza a examinar sin problemas a algunos de los pescadores, hasta que le toca el turno a maestro Andrés y después de saludarlo de manera afectuosa, como a todos los demás, le hace un par de preguntas muy sencillas para que se tranquilizara, pues le veía algo nervioso. Y entonces se produce el siguiente diálogo:
Bueno maestro Andrés, vamos a empezar el examen y quiero que no se ponga nervioso y conteste con tranquilidad y sin prisas a las preguntas que le voy haciendo:
– P’os usted dirá…….
– Cuantos metros de proa a popa tiene su barca?.
– P’os si le digo lo engaño porque yo nunca lo he medi’o, pero yo creo que debe andar por los cuatro metros y medio o cinco…..
– Ah pues tiene una buena barca. Y dígame a qué edad aprendió usted a navegar?.
– Oh, p’os desde que era un chiquillo que siempre andaba detrás del viejo.
– Vamos a ver maestro Andrés, le dice el Teniente pasando a preguntas más técnicas. Imagínese que usted sale a faenar y ya se encuentra a varias millas de la costa y se empieza a levantar viento provocando unas olas de un metro de alto. Qué haría usted?.
– Que quiere usted decir con eso de que salgo a «faenar»…..
– Ah, quiero decir que sale a pescar…….
– Ah, tá-bien…..oh que voy a hacer, echar cadena.
– Bien, le contesta el Teniente. Pero ahora imagine que el viento sigue arreciando y las olas han crecido a un metro y medio o dos metros. Qué haría usted entonces maestro Andrés?.
– Maestro Andrés le da un par de chupadas al cigarro para que no se le apagara, y sin prisas le contesta: P’os echo más cadena.
– El Teniente, ya algo acalorado, le vuelve a preguntar: Siiiii maestro Andréssss, pero Imagínese que la situación ha empeorado tanto que el viento se ha transformado en un vendaval y las olas son de más de dos metros, piénselo y dígame qué solución daría usted a esta difícil situación….
– Maestro Andrés se queda pensando un rato, y echándose el cachorro para atrás para que le entrara algo de aire y le secara el sudor de la frente, se encoge de hombros y le contesta: P’os yo seguiría echando más cadena……
– El Teniente ya casi fuera de sí le dice en voz más alta de lo debido: !Pero maestro Andrés es que usted tiene el barco lleno de cadenas!……….
– A lo que maestro Andrés le contesta con la misma altura de voz: !Y usted tiene la cabeza llena de viento!…….
Al Teniente no le queda más remedio que echarse a reír y sin más le da un apretón de manos y le entrega el carné de patrón de barquilla. Este hombre no tenía remedio.
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