Vivencias de nuestra gente n° 79: Cuando se tiene poco apego al trabajo

*Por José Juan Jorge Vega //* Esta vivencia me la contó un compañero de trabajo, hace muchos años, que vivía en La Laguna, Tenerife.
Aquella era una época en la que había trabajo para todo aquel que quisiera trabajar. Por eso se cambiaba tanto de trabajo. Yo mismo cambié varias veces hasta encontrar uno en el que me encontraba a gusto; tanto que allí me jubilé. Hay un dicho que dice que si te gusta tu trabajo y disfrutas con él, no trabajarás nunca. Pues así fueron mis últimos 25 años de vida laboral en esa empresa, cuya central radicaba en Tenerife.
Me contaba Gustavo, que así se llamaba mi compañero de trabajo, que tenía un vecino que era un caso. Los trabajos no le duraban más de un par de meses y su pobre madre, viuda, se desesperaba pues la casa dependía del sueldo de su hijo y de alguna peseta que sacaba limpiando casas.
Se trataba de un hombre joven, de unos veinticinco años y estaba aún soltero y como dije vivía en la casa materna. No había estudiado ninguna carrera y tampoco tenía ningún oficio, por tanto, trabajaba en el escalón más bajo de la sociedad, en lo que encontrará. En esta ocasión llevaba unas semanas trabajando de peón en una obra en construcción. Empezaba a trabajar a las ocho de la mañana y su madre lo empezaba a llamar desde las seis y media para que tuviera tiempo de lavarse y desayunar, porque luego tenía que ir andando hasta la obra que estaba a unos veinte minutos caminando ligero.
El diálogo se desarrollaba más o menos así: “Andrés levántate ya mi niño para que te laves, desayunes y te vayas al trabajo”. Y Andrés respondía, después de mirar la hora: “ya voy madre, todavía es temprano”. Y así una y otra vez cada diez minutos, hasta que se hacían las siete y media, y entonces Andrés le contestaba a su madre: “Ya es tarde madre”, “déjeme dormir otro rato”.Y seguía durmiendo hasta el mediodía. Esta situación se repetía con mucha frecuencia, sobre todo los lunes. No tenía remedio.
Existen muchas personas de ese talante, unos por unas causas y otros por otra. Aquí en Gran Canaria, en la Montaña de Gáldar, conocí un caso de un chico que no trabajaba nunca, aunque era por diferentes motivos, quizás justificado. Les explico: Se trataba un chico que era algo “totorota”, (como llamaba nuestro Pepe Monagas a todos aquellos que eran algo retrasados mentales). El chico ya era mayor de edad, de algo más de veinte años, y vivía con sus padres que lo tenían siempre como un palmito, como se suele decir. Era evidente que el chico era algo retrasado pero no en un grado muy alto. Era muy conocido en toda Gáldar, y cuando le preguntaban si quería trabajar o simplemente porqué no trabajaba, él siempre respondía: “A mi me dan fatigas si voy a trabajar”. Y era bobo…..

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