Vivencias de nuestra gente n° 40: La palabra de un constructor. Raza extinguida.

*Autor: José Juan Jorge Vega.*
El valor de esta anécdota está en la honradez y seriedad de un hombre en el cumplimiento de lo pactado. En esos pactos no había ningún documento escrito por medio. Se hablaba, se llegaba a un acuerdo y lo sellaban con un apretón de manos. En aquella época los hombres solían decir que «Mi palabra es un documento». Y como verán, así era.
Esta vivencia me la contó uno de los protagonistas, un viejo amigo cuya amistad iniciamos haciendo la mili y duró hasta hace dos años cuando él falleció.
Les cuento; la familia de mi amigo procedía de Fontanales, y su padre, maestro Boro, tenía una pequeña empresa constructora y por motivos de trabajo se vinieron a vivir a la ciudad de Las Palmas. Tanto mi amigo como dos hermanos más trabajaban en alguna obra como peones de albañil para ganarse unas perrillas y tener algo para gastar, pues al ser familia numerosa la asignación semanal de sus padres era muy escasa.
En un momento dado, su padre es requerido por un señor del Puerto de la Luz, don Jesús, para que le hiciera un presupuesto por la construcción de una casa terrera. Maestro Boro, después de tomar medidas del solar que estaba totalmente llano, le dice a don Jesús que, al día siguiente, a la misma hora y en el mismo lugar, se verían de nuevo para decirle el precio total del presupuesto. Ya en su casa de Schamann, en su mesa de trabajo, hace sus cálculos y anota todo en su inseparable libreta: detalla los materiales con sus precios; calcula los transportes necesarios; calcula la mano de obra más la seguridad social y al final le añade su beneficio. Suma y sale un total de «X» pesetas. El cálculo de la mano de obra está basado en la estimación del personal que necesita y la duración de la obra.
Al día siguiente, a la hora acordada, acude a la cita prevista con don Jesús y le da el presupuesto que tras leerlo lo acepta de inmediato. Se dan un apretón de manos y esa es la firma del más riguroso de los contratos que pueda existir.
Contrata a dos buenos albañiles, que ya han trabajado con él otras veces. Más sus tres hijos y él que también es albañil, forman las tres cuadrillas que había previsto. Una semana más tarde se empieza la construcción de la casa, una vez que tiene el material que necesita acopiado al pie de la obra.
Los tres hermanos, de los cuales dos estaban estudiando para delineante, uno de ellos mi amigo, acuerdan trabajar más deprisa y echar algunas horas extras preparando el material y trasladándolo junto al tajo del día siguiente, con el fin de acabar la obra antes de lo previsto por su padre, pensando que así repartiría con ellos el importe de los sueldos y seguridad social que se pudiera ahorrar.
Efectivamente la obra se acaba siete días antes de lo previsto en los cálculos de su padre, el cual se ha quedado muy contento y junto con el último sueldo les da una pequeña gratificación a cada uno de los tres hijos. El mayor de ellos, una vez solos, se dirige al padre y le dice: *»Padre usted sabe que la obra se acabó siete días antes porque nosotros trabajamos más deprisa y echábamos más horas preparando el material para el día siguiente; no cree justo que la parte ahorrada en sueldos y seguridad social se reparta entre los tres». *
El padre se le queda mirando, como si no creyera lo que acababa de oír, y le responde: *»Pero ustedes tienen que comprender que yo tengo que modificar el presupuesto y rebajarle los siete días de mano de obra a don Jesús, porque está claro que, por el motivo que fuera, la obra se acabó siete días antes de lo que yo calculé y desde luego no le voy a cobrar ni una peseta de más. Ya gano lo mío con el beneficio y a ustedes ya les di una gratificación. Así que escuchen bien lo que les voy a decir: El valor de una persona se demuestra en la seriedad, en la honradez y en la honestidad. Si cualquiera de ellas se pierde uno no vale nada.*
Por mucho que le razonaron no hubo manera. Maestro Boro habló con don Jesús y le descontó la parte de los sueldos ahorrados del montante total. Y todos tan contentos, menos sus tres hijos.
Lo dicho, esta es una raza extinguida.

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