Pepe Cañadulce. Dos tipos de publicidad

VIVENCIAS DE NUESTRA GENTE nº 12

por José Juan Jorge Vega.

Pepe Cañadulce era un personaje popular en casi toda la isla. Vivía en Las Palmas de Gran Canaria, en el barrio de San José, y en todo mi noroeste natal era muy conocido.

Era algo «totorota», como llamaba nuestro Pepe Monagas a los que eran algo retrasados mentales, pero en las perras no había quien lo engañara. Siempre le veíamos con la misma indumentaria: pantalón azul desteñido, más o menos limpio que le llegaban a las canillas y que se  sujetaba con unos tirantes, la camisa era casi siempre de manga larga, aunque a veces, sobre todo en verano, llevaba una camiseta blanca con alguna publicidad y de calzado unas alpargatas de esparto. Y claro esta: su inseparable TAMBOR Y SU BOCINA, pues no en vano eran su medio de vida, la publicidad directa. Y por último, también formando parte de su ser, sus inagotables mocos que daba asco nada mas mirarlo. Este pobre hombre tendría que haber padecido una sinusitis de caballo.

Hay que entender que en aquella época la publicidad funcionaba de «boca a oreja», pues no habían otros medios; bueno estaba la prensa y la radio, pero en los pueblos apenas llegaba a la gente más pudiente pero no al pueblo llano. En fin que nuestro hombre se ganaba las perras yendo por los pueblos y barrios pregonando los eventos que había en cada momento y que yo recuerde se basaban sólo en dos: películas del cine Hespérides  de Guía y del cine de La Atalaya y de los cines Viejo y Guaire de Gáldar y del circo «Totis», que solía visitarnos una o dos veces por año y que generalmente se instalaba en La Atalaya, el barrio más populoso de Guía.

La anécdota que les voy a contar transcurre en mi pueblo, Guía. Era tradicional que el cine Hespérides de mi ciudad y el único que había, sobre todo cuando era el estreno de la película en cuestión, contratara los servicios de Pepe Cañadulce para que hiciera publicidad por todos los barrios hablando sobre sus excelencias y repartiendo algunos programas de manos y otros los ponía en escaparates y en cualquier otro sitio que creyera conveniente. La verdad es que el hombre tenia que hacer muchos kilómetros, pues hay barrios de Guía que están bastante alejados unos de otros. Su modo de pregonar llamando la atención de la gente primero con su viejo tambor de la Falange y luego con su bocina era muy peculiar y sonaba más o menos así:

«El chábado por la noche gran esteno de la película «X» con Gregorio Pérez  como artista princhipal, (naturalmente se refería Gregory Peak), en el chine Hesperides de Guía». Y así continuamente por todos los barrios una y otra vez desde por la mañana hasta por la tardecita en que cogía el «coche de hora» y regresaba a su casa en San José de Las Palmas capital, que en aquella época tardaba más de dos horas en hacer el recorrido.

En la mayor parte de las veces se desarrollaba de esta manera. Después de realizado el trabajo le pagaban lo acordado y ahí acababa todo, hasta una próxima ocasión. Pero si el gerente o propietario del cine en cuestión, no le pagaba lo que habían acordado o lo que él creía que era justo, entonces la publicidad se convertía en negativa y volvía al día siguiente y se recorría de nuevo todos los barrios que se había pateado el día anterior e iba retirando todos los carteles que había colocado y anunciaba por su bocina: «No vayan al chine Hesperides de Guía porque esta lleno de pulgas». «La película es una mielda y el achechino es el barbero»

 

Esto se lo escuché en varias ocasiones. Ese era su modo de vengarse. Lo que pasaba es que ya todos le conocíamos y en seguida pensábamos: «ya a Pepe Cañadulce lo volvieron a engañar con las perras».

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